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Rompe esquemas con trabajo forense

31 de Julio 2017
Para Ana Andrade, esta profesión requiere naturalidad y aprendizaje

POR: Alejandra Cueto

Respeto, fuerza física y mental son los tres elementos necesarios para desempeñar una labor como la que ella realiza; trabajo en el cual existen prejuicios, más aún si quien lo desempeña es una mujer, sin embargo, Ana Andrade, considera que tiene un don para realizar esta función, que pocos quieren hacer.
“Siento que fue hecho para mí, todos tenemos un don; a mí se me da con naturalidad y lo hago con mucho respeto; pero sobre todo, es importante decir, que esto va acompañado de ética”.

Tiene algunos meses trabajando en una casa funeraria, puesto que le llamaron cuando se desempeñaba en otra, y durante su vida profesional ha trabajado en este tipo de lugares, aunque un tiempo, mientras estudiaba Derecho, estuvo realizando sus prácticas en el SEMEFO (Servicio Médico Forense) y de hecho su especialidad es en esa área.

Cuando concluyó la licenciatura en la Universidad Autónoma de Querétaro, también quiso estudiar Criminología, solo que esta última carrera debido a cuestiones laborales no la concluyó.

Ana dice que le gusta la especialidad Forense, dado que es integral, atiende a presuntos delincuentes, a víctimas, a sus familias, “es un lado analítico y preventivo del Derecho”. Dentro de la Agencia I del Ministerio Público, en donde estuvo realizando sus prácticas cerca de 8 meses, se dedicó a las necropsias, pero también le tocaba intervenir en certificación de lesiones, o bien, en el levantamiento de cuerpos ya fuera por la comisión de un delito o algún accidente. Incluso, cuenta que lo más recurrente era atender casos de violencia doméstica y cadáveres por atropellamientos en alguna vialidad.

Aunque afirma que la muerte es algo natural, y de esa manera piensa en cada uno de los casos, de los que más recuerda es el primero al que le tocó acudir, pues iba iniciando su vida profesional, y tuvo que ir a recoger el cuerpo de un joven de 16 años que se había suicidado. “Tuve que verlo con naturalidad y con aprendizaje”.

Sin embargo, Ana sostiene que en el ámbito en el que se desenvuelve las opciones laborales son casi nulas, y cuando se trata de mujeres, constantemente cuestionan si son o no competentes.

Después de trabajar en este tipo de áreas, optó por las casas funerarias, de hecho, ella está en la parte operativa, en donde actualmente como mujer solo es ella y tiene dos compañeros; regularmente así es en todos los lugares en los que ha trabajado, pues las mujeres están en áreas de ventas, recepción, en el campo administrativo y de limpieza básicamente.

En la casa funeraria ella es la encargada de recibir a las personas, ir a recoger el cadáver al domicilio, al hospital, o en su caso con el médico forense, y auxiliar a las personas a obtener el certificado de defunción si así lo requieren.

Una vez que el cuerpo está en las instalaciones de la casa funeraria, procede a embalsamar el cuerpo. Ana explica que es importante que quien realiza este trabajo esté capacitado para ello, pues de lo contrario pueden llegar a desangrar un cadáver. Al embalsamar, debe extraer líquidos del cuerpo e inyectar químicos. Después bañarlo, vestirlo, peinarlo, y maquillarlo. Regularmente son dos personas quienes realizan este trabajo.

Menciona que los llamados dolientes tienen que ser muy cuidadosos en dejar por escrito los objetos que quieren que el cuerpo al que van a velar utilice en ese día, sobre todo si son cosas de valor, de igual forma deben especificar si prefieren algún tipo de peinado, si en caso de ser hombres se les rasura, entre otras instrucciones que deben ser claras. Ana menciona que hasta ahora no le han realizado ninguna petición que considere peculiar o extraña, solo recuerda el caso de una señora de entre 70 y 80 años, en el que su sobrina solicitó que “le alborotara” mucho el cabello.

“Mucho de mi trabajo también es con vivos, finalmente me llena que dentro de su pesar se sientan tranquilos al ver a su ser querido como ellos lo querían, en paz, como si estuviera dormido…”.

Le pregunto si alguna vez le ha dado miedo o se ha sugestionado, finalmente son cosas recurrentes cuando se trabaja en lugares como esos, y afirma que no, que para ella es inevitable que se susciten cosas “paranormales”, como muchos les llaman, “pues somos energía, y la energía suele quedarse”; añade que le ha tocado escuchar ruidos, o “vocecitas” y ver algunas sombras, pero nada de esto le ha provocado temor, solo en una ocasión sintió curiosidad.

“La figura de una mujer, no me causó miedo, pero sí intriga, sentía como una energía muy pesada”.

En la que trabajaba antes de su actual empleo le ocurrió que estaban buscando a una persona y no encontraban.
Después de acudir a la entrevista le comentaron que antes que ella estaban cinco candidatos varones a los cuales tenían que darles prioridad. A ellos los contrataron primero. Uno duró una semana, otro, dos días, sostiene Ana que son de quienes supo, “uno o dos, porque vieron cosas raras”.

A ella primero no la contrataron oficialmente, la pusieron acompañando a alguien más. “Me habló muy claro (su jefe) me dijo, sabes que antes de ti hay 5 candidatos para ocupar el puesto, y pues por obvias razones tengo que darles prioridad y oportunidad a ellos antes”; ya después de que se le agotaron las opciones, su jefe le dice “bueno qué te puedo yo decir, esto era para ti, bienvenida”.

 

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