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Chas Gerretsen: el fotógrafo de Chile 1973 que se hizo tuitero

17 de Febrero 2020

por Samuel Cortés Hamdan

México, 17 Feb (Notimex).- El año 1973 fue uno de los más complejos en la historia de Chile. Cambió su destino con consecuencias que son visibles hoy en las protestas que sacuden al país desde octubre de 2019.

Aquel entonces las esperanzas para la izquierda latinoamericana que concentraba el gobierno de Salvador Allende, electo democráticamente, se vieron interrumpidas de manera dramática el 11 de septiembre de 1973, cuando, en conspiración con las fuerzas empresariales del país y el gobierno de Richard Nixon en Estados Unidos, las fuerzas armadas dieron un golpe de Estado.

Entonces se impuso un régimen que mantendría el control institucional, económico y social de Chile hasta 1990, cuando se concertó la transición a la democracia.

Entre los muchos testigos de aquel 1973 destaca un fotógrafo holandés: Chas Gerretsen.

Nacido en 1943, Gerretsen trabajó con Francis Ford Coppola, Marlon Brando y Dennis Hopper en ‘Apocalypse now’ (1979), cubrió la Guerra de Vietnam y la invasión estadounidense a Camboya.

Entre enero y septiembre de 1973 capturó la turbulencia de una sociedad polarizada, políticamente activa, dispuesta a tomar las calles, a marchar por los mineros o los estudiantes, por la lucha de las mujeres, hasta el colapso del 11 de septiembre, que inició muy temprano con el asedio al Palacio de La Moneda, sede del poder ejecutivo hasta hoy.

Un archivo sin espectadores encuentra su audiencia

Aunque algunas de sus fotografías han pasado a formar parte de la historia central del Chile del golpe de Estado, entre ellas una famosa imagen del dictador Augusto Pinochet, sentado, de brazos cruzados y lentes oscuros, la mayoría del archivo de Gerretsen continúa inédito.

Un fenómeno acompaña al fotógrafo en los últimos días: Twitter. Tras años de silencio, la red social se convirtió en un espacio de divulgación y diálogo entre Gerretsen y el protagonista de sus imágenes: el pueblo chileno.

“El Museo de Fotografía de Países Bajos, donde más o menos todos mis archivos han permanecido inactivos durante los últimos 26 años, ha anunciado que van a escanear mis imágenes y planean una exhibición de mi trabajo para el verano de 2021. Todo esto pasó entre mayo y junio de 2019”, platica Gerretsen en entrevista con Notimex.

“Fue de locura, por más de 30 años he vivido en la oscuridad (paré de hacer foto, vendí todo, me compré un bote y partí a navegar. Aún vivo en el mismo bote con mi novia). Y en cuestión de unos cuantos meses mi vida cambió. Una fama temporal”, relata.

La visibilidad todavía aumentó cuando Gerretsen se unió a Twitter y comenzó a seguir a alrededor de 200 escritores y periodistas que conocía, y 40 le devolvieron el gesto.

“A finales de diciembre de 2019 publiqué algunas fotos en Twitter, algunas en memoria de mi amiga Sylvain Julienne, de Camboya, Hollywood y algo del golpe de Estado, para ver la reacción.

“Inicialmente, la respuesta a mis tuits fue mediocre. Parecían no tener mucho interés en las primeras imágenes que mostré”, relata.

“Luego intenté con imágenes de autobuses repletos, tomadas en 1973, de mi primer arribo a Chile. También ofrecí al pueblo de Chile un vistazo a su pasado. En 24 horas gané más de tres mil seguidores. La mañana siguiente leí algunas de las respuestas de los chilenos que me seguían. Estaba completamente abrumado. Como pocas veces en mi vida, tuve la sensación de que mi trabajo estaba siendo apreciado”, añade el fotoperiodista.

Usualmente, considera Gerretsen, un fotoperiodista toma una fotografía, se publica en papel y, al día siguiente, la imagen sirve para la arena del gato.

“La única otra ocasión en que la respuesta a una foto que yo haya tomado me afectó fue la del general Pinochet con lentes oscuros. La veo publicada constantemente porque se ha convertido en un símbolo de la opresión y la tortura, y se usa para llamar la atención sobre jefes de Estado autoritarios al colocar sus rostros sobre la imagen de Pinochet”, relata.

“Al día siguiente, tenía más de 12 mil seguidores. ¡En cuestión de 48 horas! Increíble. Se sintió algo muy parecido a una respuesta, no puedo leer y contestar todas las preguntas ni seguirlos a todos de inmediato”, explica el fotógrafo.

La vida cotidiana y la transformación del golpe

“Es difícil para mí explicar el Chile en el gobierno del presidente Allende. La escasez, las protestas y el odio entre la gente eran desconcertantes. Me llevé bien con ambas partes. Sin embargo, la izquierda en realidad no me aceptó: yo parecía un gringo, alto y con el pelo rubio no era de fiar. Por las mismas razones fui aceptado ciegamente por la derecha”, relata Gerretsen en entrevista.

Allende hizo algo por la gente pobre: les dio esperanza. Sin embargo, sus políticas también le dieron algo a la clase media: desesperación, evalúa el fotoperiodista.

“El problema es que como periodista, cuando ves los dos lados, ninguno de los dos va a gustarte. Ellos quieren que elijas su lado. Pero como fotoperiodista, me inmiscuí y me comuniqué bien con las personas con las que entré en contacto”.

“En tanto, Chile era más o menos abierto para todos. Había más democracia y libertad en ese país en 1973 que hoy en cualquier país occidental. La vida en 1973 no era fácil para los chilenos, pero se ayudaban los unos a los otros”, recuerda el testigo de aquella época.

Todos hacían su mejor esfuerzo: los izquierdistas apoyaban a los izquierdistas y los derechistas hacían lo mismo. Familias y vecinos se apoyaban, asegura Gerretsen.

“Lo he visto muchas veces cuando las cosas van mal: las personas se hacen mejores personas. Casi cualquiera sufre escasez, excepto quienes están repletos de dólares estadounidenses y quienes son respaldados por fuerzas extranjeras”, declara.

“Inmediatamente después del golpe, las cosas cambiaron. Los insumos alimenticios que habían sido retenidos por la huelga de camioneros y la oposición fueron liberados por la Junta militar. Viejos resentimientos fueron reavivados y se empezó a actuar en consecuencia, la gente fue desaparecida, asesinada por quienes adquirieron nuevo poder, con o sin la autorización de sus superiores. Quienes llegaron al poder tomaron venganza, en ocasiones sin ninguna relación con la política”.

El régimen de Pinochet comenzó a amedrentar al fotoperiodista extranjero, quien dejó de sentirse seguro en Santiago.

“Mi película era confiscada regularmente por policías disfrazados de civiles, me seguían en las calles y nuestro teléfono estaba intervenido. Jonathan Kendall, del New York Times, Joe Novitski, del Washington Post, y yo, que era freelance, tuvimos que dejar nuestras residencias en Santiago y tomar un departamento juntos”, recuerda Gerretsen.

“Fue irónico que la embajada de Estados Unidos nos asignara un guardaespaldas armado que nos acompañaba las 24 horas. Tanto Jonathan como Joe, considero, habían sido justos y neutrales en su reporteo del descontento de mucha gente. En 1974 se le negó el acceso a Chile a Jonathan Kendall por su ‘reporteo sesgado’. Ambos periodistas fueron enviados al limbo y a los dos años renunciaron”.

Chile hoy: la represión de Sebastián Piñera

En octubre de 2019 los chilenos se opusieron a un aumento en el costo del pasaje del metro de Santiago.

Una protesta localizada devino en un movimiento social intenso a nivel nacional que, entre otras cosas, ha conducido al gobierno del presidente Sebastián Piñera a convocar a un plebiscito en abril de 2020 para que la ciudadanía vote si el país se dedica a redactar una nueva constitución, que sustituiría a la actual, aprobada en dictadura.

En el movimiento, que se identifica con el pasado y declara “No son 30 pesos, son 30 años” (de políticas neoliberales tras el regreso a la democracia), no todo han sido victorias populares.

La protesta ha ido acompañada de la mayor represión histórica contra los chilenos desde la dictadura, en lo que organismos nacionales e internacionales identifican como una grave crisis de derechos humanos por el actuar de las fuerzas de seguridad del Estado, entre ellos el histórico cuerpo de Carabineros, quienes han incurrido en torturas, vejaciones, abuso sexual, golpizas injustificadas, disparos contra globos oculares, entre otras prácticas degradantes.

Una crisis social que revela que la sociedad chilena sigue ideológicamente polarizada entre una derecha conservadora, heredera del pinochetismo y sus ventajas empresariales, y un amplio sector progresista que exige paridad de género, equidad social, reconocimiento de los pueblos indígenas chilenos, educación, pensiones y salud públicas, entre otros temas.

El fotógrafo Chas Gerretsen, quien forma parte de la continuidad de esta historia por atestiguar el inicio de la represión y la vida cotidiana chilena desde 1973, considera que la represión de Piñera no es diferente a la que sucede en otros puntos del mundo occidental: España, Francia, Estados Unidos y Latinoamérica.

“Pienso que todos ellos están controlados por intereses corporativos, y el Interés Corporativo tiene un único objetivo, aumentar su poder económico”, evalúa.

“Con los años me he dado cuenta de que, en general, los políticos viven en un mundo diferente donde las personas son sólo números para ser manipulados, utilizados y descartados cuando no sirven más. Dudo que Sebastián Piñera sea diferente. Tras su ‘reinado’, será premiado con un trabajo en Naciones Unidos u otro cuerpo internacional, o un confortable trabajo en una compañía”, ironiza el fotoperiodista.

“Siempre he pensado que, si la gente pudiera aprobar una ley, una sola, debería ser que si un político (de izquierda, derecha, centro, arriba o abajo) no cumple sus promesas de campaña, reciba una sentencia de prisión por cada promesa no cumplida, sin derecho de apelación”.

La derecha no parece entender que su utilidad sólo durará mientras sus integrantes sean necesitados, considera Gerretsen. Perderán sus privilegios y serán parte de quienes no tienen. Los robots los reemplazarán. Al final, todos serán empleados de corporaciones, esclavos que podrán ser despedidos al capricho.

Los políticos, vaticina el fotoperiodista, serán empleados de las corporaciones, si no es que ya cumplen ese papel.

“Recuerdo haber leído que investigaciones muestran que un pueblo deviene dócil cuando están muriendo de hambre y no les queda nada. Cuando aún tienen algo que perder, se rebelan”, señala.

“La derecha, los empleados bien contratados defenderán su posición de privilegio hasta que pierdan su empleo y sean incapaces de encontrar uno nuevo. Por ejemplo, policías y militares harán lo que les digan para conservar sus empleos. Lo mismo que los científicos, que inventan nuevas formas de matar, o los trabajadores de fábricas que hacen bombas, o los periodistas, que trabajan en medios corporativos a sabiendas de que esparcen falsedades y propaganda”.

Estos esfuerzos no se hacen más para defender a un país, si es que alguna vez fue así, sino para la conquista y control de la ciudadanía y de las riquezas de los otros: petróleo, cobre, lo que sea, estima Gerretsen.

El futuro de un trabajo documental

“¿La gente seguirá interesada en mis viejas imágenes sobre Vietnam, Camboya, Chile, Argentina, Colombia, Venezuela y Hollywood”, se pregunta el fotógrafo Chas Gerretsen cuando evalúa reunir su trabajo en un libro.

“Mis imágenes de Chile en 1973 (publicadas en Twitter) hicieron a la gente recordar lo que experimentaron cuando eran jóvenes, o las historias que relataron sus padres y que ellos no pudieron atestiguar. He recibido tantos mensajes positivos que decidí intentarlo”, platica.

El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, recinto ubicado en Santiago de Chile que se dedica a dar voz a las víctimas del golpe de Estado, ha conversado con Chas para trabajar con sus imágenes, aunque años atrás no se decidieron a montar una exposición.

“Como sea, con libro o sin libro, con exposición o sin ella, ha sido muy satisfactorio publicar las fotografías. Toma mucho tiempo y esfuerzo, pero disfruto haciéndolo. Los tuits me mantienen con ánimo”, confiesa Gerretsen.

“Me gustaría hacer un libro con las mejores imágenes que tomé en Chile, con el relato de mis experiencias desde mi llegada en enero de 1973 hasta mi última visita, en agosto de 1974, bajo el gobierno militar de Pinochet. Pero, ¿sucederá? El tiempo lo dirá. Mientras tanto, continuaré publicando en Twitter tanto como pueda”.

-Fin de nota-

NTX/I/SCH/JGM

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