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Inmigración sigue siendo tema clave en la política húngara

13 de Mayo 2019

ASOTTHALOM, Hungría (AP) — Ciento de migrantes pasaban a diario por la ciudad húngara de Asotthalom camino a Europa occidental en el 2015. Hoy casi no hay ninguno. Y uno pensaría que el debate político sobre el tema fue archivado.

Se equivoca.

En las elecciones de este mes para el Parlamento Europeo sigue siendo el tema central. El primer ministro Viktor Orban y su partido de derecha Fidesz no se cansan de promocionar sus políticas antiinmigratorias, que se mantienen como un tema candente.

El alcalde de Asotthalom se salió del partido nacionalista Jobbik para formar un nuevo movimiento con posturas antiinmigratorias más duras todavía.

“Todavía se filtran algunos migrantes, pero son pillados en Asotthalom”, expresó Laszlo Toroczkai, el alcalde, quien es candidato en las elecciones europeas. “Esta región, que sufrió con una inmigración masiva y descontrolada, ha recuperado su seguridad y su tranquilidad”.

Orban fue elegido por tercera vez el año pasado tras asociar la migración con violaciones y terrorismo. Sostuvo incluso que una “invasión de migrantes” mayormente musulmanes hacía peligrar “la cultura cristiana” de Europa.

Su partido, el Fidesz, apela al mismo mensaje en los comicios europeos y se espera que consiga 14 de las 21 bancas de Hungría en el Parlamento Europeo, de 751 bancas. Se cree que ningún otro partido húngaro cosechará más de tres bancas en la votación del 26 de mayo.

En ningún otro sitio el tema de la migración es tan actual como en Asotthalom, pueblo de 4.000 habitantes pegado a Serbia, país que no pertenece a la Unión Europea.

En el 2015, cuando casi un millón de migrantes y de personas que pedían asilo pasaron por la región en busca de una vida mejor en Europa occidental, Hungría instaló muros con alambres filosos junto a las granjas y los frutales de la zona. Dos años después, se agregó una segunda valla con cámaras y detectores de calor y movimiento.

En septiembre del 2015 ingresaban más de 9.000 migrantes diarios a Hungría y hoy pillan apenas un par de docenas.

Cientos de estudiantes de todo el país asisten a una escuela secundaria vocacional en Asotthalom y el pueblo tiene un museo dedicado a Sandor Rozsa, asaltante del siglo 19 considerado el Robin Hood húngaro.

Una residente de Assotthalom que cultiva papas en su casa dijo que le daban lástima los migrantes que pasaban por allí, pero se quejó de la basura que dejaban y de cómo se trepaban un cerco para bañarse en una piscina pública.

Anna, que como otros residentes pidió no ser identificada por su apellido, dijo que, si bien sabía que eran gente de paso, la “daba miedo” ver tantas personas desesperadas que pasaba junto a su casa.

Toroczkai y otros dirigentes más radicales dejaron Jobbik el año pasado para fundar el Movimiento por Nuestra Patria, que revivió temas que Jobbik había hecho a un lado y trató de tomar distancia de acusaciones de racismo, como el hecho de aludir a delitos menores como “delitos de gitanos” y otras expresiones racistas.

Nuestra Patria critica la corrupción del gobierno y propone subsidiar empresas nacionales en lugar de extranjeras. En cuanto a la inmigración, espera radicalizar más todavía las posturas de Orban y eliminar las becas de miles de estudiantes extranjeros, una iniciativa del primer ministro.

“Si Fidesz quiere proteger la cultura cristiana y europea, entonces no debe permitir” estos estudiantes, afirmó Toroczkai. “Pero en algo estamos de acuerdo: Hay que frenar la migración”.

El muro fronterizo abarca 175 kilómetros (más de 100 millas) de la frontera con Serbia y partes de Croacia.

“La gente puede dormir tranquila en Alemania y Austria porque los húngaros protegen las fronteras exteriores de Europa”, dijo Orban.

Cuando el ministro del interior italiano Matteo Salvini visitó Hungría este mes, recorrió la zona fronteriza con Orban y lo felicitó por haber contenido la inmigración.

La campaña de Fidesz para las elecciones europeas incluye el slogan “¡Paremos la inmigración!”, pedidos de que se nombren figuras contrarias a la inmigración para dirigir las grandes instituciones europeas y medidas que garanticen que los cristianos no serán discriminados en Europa.

“Está en juego nuestra civilización cristiana”, proclamó Orban en un acto en abril.

En marzo Fidesz fue suspendido por el bloque centro-derechista del Parlamento Europeo ante temores en torno al funcionamiento de la democracia en Hungría.

Para Gabor Gyori, analista del grupo de estudios Soluciones Políticas, de Budapest, mientras los húngaros sigan respondiendo al tema de la inmigración, seguirá siendo parte del discurso de Orban.

“Puede haber cambios… si la migración ya no opaca temas potencialmente más importantes, como la educación, la corrupción y la salud”, afirmó.

Agregó que la fijación de Orban con la migración lo convirtió en un modelo para los partidos populistas o de extrema derecha de Europa.

“La victoria política más importante de Orban es la forma en que vincula sus políticas antidemocráticas con la migración, diciendo siempre que son dos temas inseparables”, expresó Gyori. “En realidad, no hay conexión alguna entre ambos”.

Agregó que Orban convenció al electorado de que “los controles externos que limitan el poder del gobierno” tienen que ser relajados porque “de lo contrario volverá la inmigración a Hungría”.

Es un discurso “muy atractivo para los políticos con ambiciones autoritarias”, señaló Gyori.

En Asotthalom, Janos, quien vive en una granja con su compañera Ilona, se queja de la basura que dejan los migrantes, pero dijo que le conmovía ver familias enteras que cruzaban Europa a pie, procedentes de sitios tan distantes como Afganistán y Siria, escapándole a la guerra.

“Era desgarrador verlos en el invierno, con la nieve, con niños pequeños”, manifestó el agricultor. “No los culpo”.

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Andras Nagy colaboró en este despacho.

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