Museo del Dulce Tradicional Don Julio Rodríguez ofrece una experiencia completa

Durante un recorrido de Notimex por las instalaciones ubicadas en esta localidad del estado de Querétaro se observó que el lugar está dividido en varias salas donde se informa a los asistentes sobre las características de la cocina mexicana, desde el México prehispánico, la colonia y la actualidad.

Gran variedad de productos se elaboran y comercializan aquí,  desde los picosos, chiclosos, obleas, cajeta, tamarindos, camotes, natillas, ates de guayaba con chile y ajonjolí bañado en azúcar o natural.

También se muestran cuáles han sido algunos de los dulces relevantes a lo largo de la historia de México, como por ejemplo las gomitas, chicles de bola y los cigarros de chocolate.

Aunado a esto, la guía Ana Karina Martínez Vega detalló acerca del alfeñique, una pasta muy fina de azúcar para moldear figuras de dulce.

Se indicó que en ese arte se funden costumbres y técnicas indígenas con aquellas traídas por los españoles herederos de las costumbres árabes, expertos en dulces y postres de todo tipo.

Con ese producto se elaboran las calaveritas de azúcar, que la gente casi no las consume porque es demasiado dulce y lo utilizan más como ornamentación en el Día de Muertos.

De igual manera se relató que el origen de los dulces mexicanos surgió en los conventos durante la época de la Colonia, donde mujeres de diversos orígenes culturales y económicos combinaron sus costumbres culinarias europeas e indígenas para convertir a las cocinas en cuna de golosinas.

Además se trató el tema de los diferentes tipos de maíz con los que se pueden elaborar tortillas, tostadas, esquites o las gorditas tradicionales.

Sobre los tipos de azúcares, existe el mascabado, morena, blanca o refinada, junto con el piloncillo, que se hace poniendo a hervir el agua, se le agregan unos trozos de caña a lo que suelta es este endulzante, que se coloca en unos moldes.

En ese museo se exhibe parte de la fábrica de dulces, aunque se puede ver por fuera de una vitrina, pues el acceso está prohibido para conservar la higiene.

En ese sitio se elaboran las gomitas tanto de agua, como de leche, cuyo consumo es recomendable para las uñas, el cabello y la gastritis, por la grenetina que contienen.

El 16 de noviembre de 2010, en Kenia, la asamblea de la Unesco emitió una declaratoria formal que reconoce a la cocina mexicana como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

De acuerdo con un cartel informativo expuesto en ese museo, “la cocina tradicional mexicana es un modelo cultural completo que comprende actividades agrarias, prácticas rituales, conocimientos prácticos antiguos, técnicas culinarias, costumbres y modelos de comportamiento comunitarios ancestrales.

“Esto ha llegado a ser posible gracias a la participación de la colectividad en toda la cadena alimentaria tradicional: desde la siembra y recogida de las cosechas, hasta la preparación culinaria y degustación de los manjares”.

El fundador del lugar, Don Julio Rodríguez, quien a los 10 años recibió su primer cazo para empezar a elaborar sus productos, era devoto de San Pascual Bailón, ya que se decía que si se le encomendaba sus dulces quedarían muy ricos.

Para finalizar el recorrido se lee un texto que dejó Rodríguez, como parte de su legado, quien nació en Bernal, un pequeño lugar que parecía suspendido en el tiempo.

“Hoy veo a mi pueblo lleno de visitantes atraídos por su magia, aprendí de mis padres la lealtad, la honradez, el amor al trabajo y a la familia. La vida me ha compensado con una descendencia numerosa, gente buena, unida y solidaria, orgullosa de su herencia, cada uno de ellos trabajando para escribir su propia dulce historia”, se lee.