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La Batalla equivocada

02 de Enero 2017
Por: Vladimir Galeana/ La Coyuntura

Desconozco qué pasa en Los Pinos porque desde hace algunos meses las cosas van de mal en peor en cuanto al tema de la estrategia de comunicación del Presidente de la República. Y no es que me guste estar criticando lo que se hace, porque lo que finalmente importa es lo que se deja de hacer, y eso es lo que le está costando muy caro al Gobierno mexicano y por consecuencia a su principal brazo electoral, el Partido Revolucionario Institucional.

México ha tenido momentos trascendentes en su historia reciente para incorporarse a los procesos de la globalidad como motor de la economía en el mundo, y el principal ha sido la firma del Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos. Después vendrían otros que nos colocaron en la antesala de los principales productores y consumidores. Para que la gente supiera de qué se trataba el asunto, se dieron procesos intensos de comunicación para que los mexicanos valoráramos y analizáramos las ventajas y las oportunidades.

Claro está que hubo adeptos y desafectos, y críticas que mantuvieron el debate durante muchos meses buscando rendimiento electoral, pero al final del día las cosas volvieron a la normalidad cuando pudimos entender y constatar los beneficios de esos acuerdos multilaterales.

La liquidación de empresas paraestatales inservibles con sindicatos delincuenciales también fue un tema ampliamente debatido en los medios de comunicación y al final las cosas volvieron a la normalidad.

El elemento principal para el manejo de los argumentos en los medios de comunicación fue una estrategia de comunicación, segmentada y especializada de conformidad a los diferentes estratos poblacionales para que todos entendiéramos muy bien lo que se estaba haciendo, los posibles escollos y los beneficios que se obtendrían al paso de los años. Hoy el tema del “gasolinazo” parece que se está convirtiendo en un problema mayúsculo porque no hay estrategia de comunicación.

Desde luego que el incremento anunciado es de inicio un duro golpe al bolsillo de los sectores de menor poder adquisitivo, pero nadie ha tenido la habilidad de explicar a los mexicanos que los efectos inflacionarios del momento no afectarán a la mayor parte de la población porque no tienen vehículos automotores. Los pobres no tienen coches y por consecutiva no pagarán ninguna alza y no participarán en el proceso de la estabilización después de la liberalización, sino que la asumirán las clases medias y altas.

El Gobierno dejará de subsidiar a quienes tienen vehículos y podrá utilizar ese dinero en incrementar los apoyos que se dan a las clases marginadas. Esa es la forma más simple de aclarar las cosas, pero nadie las está diciendo y eso es aprovechado por los eternos opositores al sistema para engañar a la gente. Por fortuna los paros anunciados no proliferaron. No es un problema de estrategia política, el presidente Enrique Peña Nieto tiene un problema de comunicación social y hasta ahora parece que no hay alguien que se lo diga. ¿Se agotaron los asesores? Quizá no están entendiendo lo que ocurre. Al tiempo.

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