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La esquizofrenia del mundo

13 de Febrero 2017
Por: Antonio Navalón

Si los estadounidenses andan hechos bolas con su actual gobierno y se debaten entre respetar el sello de su Presidente, o al personaje que lo ocupa con sus tweets, sus declaraciones para defender la empresa de su hija y el inicio de su propio impeachment que podría provocar su destitución; ¿por qué los demás no nos vamos a equivocar al momento de tratarlos?

La semana pasada el canciller mexicano, Luis Videgaray, fue objeto de señalamientos por parte de la cadena televisiva CBS con noticias que él calificó como falsas. En una situación que lo evidenciaba como aquel que rectificó el discurso del presidente de EE.UU. en un trabajo conjunto con Jared Kushner, el yerno de Trump, con la finalidad aparente de restarle al texto la carga negativa en torno al tema del muro.

Ciertamente la relación entre el muro de Trump y los mexicanos se parece a la obsesión que tenía Calígula con su Senado, donde llegó a convertir su palacio en un burdel donde las que atendían eran las esposas de los senadores, quienes además tenían que cobrar lo que se había estipulado para cada encuentro.

Pero en ese mundo siniestro donde Steve Bannon se parece cada vez más a Darth Vader emulando a la “Guerra de las Galaxias”, nuestro canciller se muestra, al menos en el tema del muro, como una especie de Yoda que si bien no evita el problema, lo que intenta es matizarlo.

El problema es que ningún mexicano va a creer que él esté haciendo su trabajo. Aunque si los próximos días se consolida la visita del secretario de Estado, Rex Tillerson, hay que reconocer que es un gran éxito diplomático que la primera salida del enviado especial de Mr. Trump sea a nuestro país.

¿Qué debemos esperar realmente de la negociación con los estadounidenses? Porque el pueblo de México que ayer salió a las calles tiene razón en exigir, en envolverse en la bandera, y en pedir dignidad para que nuestros gobernantes no se equivoquen.

Por eso si se tiene tanta influencia como para meter la pluma en lo que dice el Presidente de Estados Unidos, entonces que se note en lo importante para poder ganar una batalla que pone en tela de juicio el sentimiento de un pueblo en relación a otro al que históricamente le ha tenido mucha desconfianza y con el que aún tiene temas pendientes.

En ese sentido, la negociación no es sólo económica y política, sino sobre todo de respeto en la realidad.

Y ahora espero que el enviado especial, el nuevo titular del Departamento de Estado, tenga un sentido más realista que el Presidente, porque a fin de cuentas Trump ha olvidado que muchos de sus compatriotas que le votaron dependen completamente de aquellos que él considera como enemigos llamados mexicanos.

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