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Los fantasmas

03 de Abril 2017

Por Antonio Navalon

En el proceso electoral del Estado de México hay una serie de fantasmas que van a tener un peso decisivo.

Es verdad, nadie encarceló a Arturo Montiel por los delitos de peculado, enriquecimiento ilícito y tráfico de influencias que se le imputaron durante su gestión como gobernador del Edomex.

Es verdad que después de aquellas acusaciones a cargo de Madrazo y de un programa de televisión, el tío Arturo se enfrentó a las consecuencias de sus actos y desapareció.

Sin embargo, desapareció mal y con la sensación de haber sido muy maltratado.

Montiel mantuvo un tórrido control sobre el Edomex, aunque después los años en los que Peña y su equipo mantuvieron la dirigencia del estado, sirvieron para quitarle todo el poder.

Pero además estaba el principal operador político de Montiel, el exsecretario de Movilidad de Eruviel Ávila, y el que ahora asegura contar con las firmas necesarias para ser un candidato independiente a la gubernatura del estado, su nombre, Isidro Pastor.

Ahora, después del 5 de junio del 2016, cuando la despensa y la ayuda económica sirvieron para votar contra el partido en el Gobierno, esos votos se podrán controlar por una parte por el residuo Montiel, por otra, por Isidro y finalmente por los pocos votos que pueda reunir el PRD.

Esa elección, en lo que se refiere al PRI, está planteada de forma distinta, no sólo por el joven y nominal presidente del partido, Enrique Ochoa, sino porque los repartos del poder real se empiezan a computar y a vender de manera diferente.

Alfredo del Mazo, la tercera generación de una familia que ha gobernado el Edomex en dos ocasiones, sabe que el diablo no está en los detalles, sino que la victoria está en los votos marginales.

En ese sentido, tomando en cuenta que ya han existido grandes desplazamientos del voto, la pregunta es: ¿quién frenará a los que todavía controlan los rastros que permiten la victoria?

Porque no va a ser suficiente sólo con tener mucho dinero, habrá que hacer acuerdos para que la gente aparezca y desaparezca en el sentido político.

Por eso la contienda en el Estado de México será entre fantasmas, porque se desarrolla entre gente que se sintió bien o maltratada por el poder que hoy gobierna a la República, pero que en un momento gobernó ese estado como si fuera una monarquía.

¿Quién pactará con Montiel? ¿Quién pactará con Isidro? ¿Quién comprará al PRD? Y lo que es más importante, ¿quién encontrará la manera, como la encontró en su momento el gobernador Peña, de que la cuenta pública fuera aprobada por unanimidad de todos los partidos? Porque aquella época de quehacer político en la que la unanimidad era la clave, ha muerto incluso para su propio partido.

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