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Por qué pueden ganar o perder PRI, AMLO y Frente PAN-PRD

23 de Octubre 2017
INDICADOR POLÍTICO/ Carlos Ramírez

Si bien la política a veces se decide por sorpresas, en el fondo hay métodos, mecanismos y construcción de ofertas que ayudan a consolidar candidaturas. De acuerdo con los modelos de bloque de poder y de bloque histórico, el PRI y López Obrador tienen más posibilidades de ganar.

Los dos modelos teóricos ayudan a tratar de entender el 2018. El bloque de poder (Nicos Poulantzas) es la forma de consolidar alianzas entre grupos dominantes del sistema institucional, en tanto que el bloque histórico (Antonio Gramsci) es un modelo de coalición opositora, los dos dependen de la manera en que convencen a la sociedad en procesos electorales. El bloque de poder del PRI consiste en la coalición entre grupos fácticos que dominan sectores productivos, de seguridad, mediáticos, políticos e internacionales.

El bloque histórico de López Obrador está pactando con grupos importantes dentro del sistema, pero disidentes y sin llegar a ser dominantes: los desencantados del PRI y otros partidos, empresarios sin dominancia en su sector, intelectuales anti-PRI sin llegar a ser antisistema, medios desplazados de la publicidad oficial y uno que otro oportunista que anda en busca de mejores posiciones de privilegio.

El PRI perdió elecciones presidenciales cuando fracturó su bloque de poder y el PAN aprovechó la oportunidad para construir uno de relevo hasta que se diluyó, y el PRI reconstruyó sus alianzas para 2012. En 2000, el presidente Zedillo no pudo articular su bloque de poder porque el PRI le puso candados a los posibles sucesores que representaban al bloque de poder –José Ángel Gurría y Guillermo Ortiz– y Fox logró presentar un bloque de poder autónomo por la presencia estratégica de Jorge G. Castañeda y Adolfo Aguilar Zinser, quienes le dieron relaciones con los bloques de poder estadounidenses. En 2006, Roberto Madrazo no pudo construir un bloque de poder y la inercia continuista de modelo económico globalizado le dio la victoria a Calderón.

López Obrador en 2006 y 2012 careció de habilidad para construir un bloque histórico opositor y, por tanto, tampoco lo pudo convertir en bloque de poder. Su error fue sentirse un caudillo iluminado, en lugar de cimentar alianzas estratégicas con los poderes fácticos. Para 2018, López Obrador quiere armar su bloque de poder, pero al final su falta de cultura política estratégica lo está dejando atrás.

Los modelos de bloque de poder y de bloque histórico no deben cometer el error de asumirse sólo elitistas y depender sólo de poderes fácticos. Una parte de la clave está en que las masas electorales los apoyen en las urnas, entendiendo que el bloque de poder representa bienestar. Salinas de Gortari se tambaleó en 1988 por la herencia recesiva de De la Madrid. Zedillo reconstruyó su bloque en 1994 por el miedo a la inestabilidad zapatista, pero Francisco Labastida tuvo el bloque zedillista sin el apoyo de las masas.

Hasta ahora el PRI se ha confiado en el control corporativo de sus sectores – latente, pero decreciente– y el discurso radical de López Obrador no ha podido montar una base social plural para legitimarlo en las urnas y se ha quedado sólo con el lumpenproletariado y la lumpenburguesía, sectores desclasados sin influencia social.

El PRI y López Obrador dependen de sus masas electorales, en tanto que el Frente PAN-PRD no tiene bloque de poder ni masas.

Política para dummies: La política es la capacidad para interpretar la realidad real que se encuentra detrás de la realidad formal.

indicadorpolitico.mx
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@carlosramirezh

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