Capital Querétaro

Peña y PRI 7º año: auditor carnal, radical o profesional

El año más delicado de las gestiones de gobernadores y presidentes de la república es el séptimo, el que sigue después de entregar el poder, porque es el año en que un Congreso nuevo, dependiente del grupo del presidente en turno, revisará la cuenta pública del sexto año del sexenio anterior.

Por ello es que la designación del próximo auditor superior de la Federación se ha convertido en una decisión estratégica del presidente saliente de la República y por supuesto de sus escuderos del PRI. El escenario se complica ante la posibilidad de que el PRI pierda la elección presidencial y dos aspirantes radicales y anti-Peña lleguen a Los Pinos.

En este contexto, la terna de candidatos finales a la Auditoría Superior de la Federación parece ajustada a la teoría de los juegos, un modelo de ciencia política cuantitativa en el que una terna está armada de tal manera que el seleccionado responda a los intereses de los seleccionadores: dos excluidos por razones obvias y un tercero inevitable.

Lo que queda es caracterizar las necesidades presidenciales.

La terna tiene al candidato oficial – Salim Arturo Orcí, con todo el apoyo del PRI en el Senado–, el candidato radical –Angel Trinidad Zaldívar– y el candidato profesional –David Colmenares Páramo–. En este sentido, la votación senatorial hoy martes estará planchada o negociada con anticipación. En el Senado el PRI tiene mayoría simple por sus votos, los de sus aliados y los de los rebeldes del PAN.

Lo que queda por analizar es el juego interno en la votación. Luego de los tropiezos gubernamentales en votaciones sobre temas delicados –fiscal electoral, fiscal anticorrupción, fiscal general y Ley de Seguridad Interior–, la sociedad organizada como grupos de presión ha tenido la fuerza suficiente para bloquear o contaminar designaciones y obligar al gobierno a posponerlas, aún a costa de complicar el funcionamiento de algunas instituciones.

Algunos grupos opositores –sociales y políticos– están esperando el séptimo año de Peña Nieto para iniciar una batería de acusaciones en el tema central de la corrupción. Y si bien la Auditoría no funciona sobre la inmediatez ni tampoco tiene facultades persecutorias, de todos modos el sexto año de gobierno es el del cierre sexenal y de la consolidación de finanzas públicas.

La opción de Orcí sería la partidista y ofrecería el escenario de una ASF funcional al cierre sin problemas de las finanzas públicas sexenales. La de Trinidad la ven riesgosa en el PRI por su independencia en cargos anteriores y su fuerte vinculación social. Y la de Colmenares tampoco sería de complicidad, pero sí garantizaría resultados reales, con señalamientos de mal uso de finanzas y sin estridencias.

La decisión priista sobre el próximo auditor se moverá entre la complicidad y el acoso social-opositor. En la bancada priista han analizado el escenario estratégico de una posible victoria de la oposición, ya con candidatos antisistema por el PAN y por el PRD. Y aunque una cosa es la estridencia política de campaña que pondrá al presidente Peña Nieto en el centro de la campaña del candidato priista-no-priista José Antonio Meade Kuribreña y otra las acotadas posibilidades de probar la corrupción.

De ahí el escenario de un auditor carnal que disminuya la credibilidad de la ASF o de un auditor profesional que encuentre responsables sin complicidades.

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@carlosramirezh